En 2018, un equipo de arqueólogos liderado por la Universidad de Cambridge descubrió los restos de una hembra de neandertal durante unas excavaciones que estaba llevando a cabo en el interior de una cueva en el Kurdistán iraquí. La cueva Shanidar ya se había hecho famosa a finales de la década de 1950, cuando unos trabajos arqueológicos sacaron a la luz los restos óseos de varios neandertales que habían sido enterrados allí.
Después de ensamblar todos ellos como si de un puzle se tratara en un proceso que duró algo más de un año, el equipo de investigadores liderado por la paleoantropóloga Emma Pomeroy comenzó a reconstruir el rostro de la mujer que protagoniza esta historia para posteriormente compartirlo con el mundo en un documental de BBC Studios que acaba de estrenar la plataforma de vídeo en streaming Netflix.
A pesar de que el aspecto de la neandertal tenga cierto parecido con el de los seres humanos actuales, los investigadores señalan que los cráneos de los neandertales y los humanos tienen un aspecto muy diferente. Principalmente por los enormes arcos superciliares que tenían los neandertales y la ausencia de mentón, lo que provocaba que tuvieran narices más prominentes que las actuales. Después de crear un modelo en tres dimensiones del cráneo, los responsables de este proyecto nos han podido contar más detalles acerca de esta mujer que ha sido bautizada como Shanidar Z: “Es extremadamente emocionante y un enorme privilegio poder trabajar con los restos de cualquier individuo, pero especialmente de uno tan especial como ella”.
Se cree que los neandertales se extinguieron hace unos 40.000 años, por lo que descubrir nuevos restos fósiles no es tarea fácil. De hecho, los de Shanidar son los primeros que se encuentran en esta cueva en más de cincuenta años, y, según los investigadores, tal vez sean los mejor conservados de todos los que se han descubierto durante este siglo.
Estos restos óseos, que podrían pertenecer a la parte superior de un individuo de sexo femenino descubierto en 1960, han sido bautizados por los investigadores como Shanidar Z. Como se ha apuntado más arriba, el cráneo de esta mujer había resultado aplastado, posiblemente por un desprendimiento de rocas que tuvo lugar poco después de su muerte. Así, cuando los arqueólogos lo descubrieron, el cráneo ya se había aplanado hasta alcanzar unos dos centímetros de grosor.